Acción desesperada y bien sigilosa de raspar el pan o la bandeja para agarrar las migajas antes de que los demás arrasen con todo en una reunión familiar. Es como un deporte extremo monaguense, medio triste pero sabroso, y la gente que domina el arte de dimigar merece su propia medalla de oro.
"Chamo, me tocó dimigar duro en la cena, porque mi tía Betania venía lanzada a la bandeja y yo con un hambre que ni te cuento."