Se dice cuando una comida está tan buena que te pega de golpe, como si te cayera una ola de sabor encima. Sirve para alabar un plato bien sazonado, potente y con harto gusto, típico en reuniones, ferias o fiestas donde la comida norteña se luce. Suena exagerado, sí, pero para eso está, y funciona.
"Mano, ese ceviche trujillano fue una ola de sazón, me dejó sudando rico y repitiendo como si no hubiera mañana."