Se dice del típico que, en cuanto caen un par de birras, se viene arriba y empieza a soltar historias como si estuviera escribiendo una novela. Exagera, adorna y se marca unas anécdotas larguísimas, pero te las cuenta con tanta labia que al final le sigues el rollo. A veces es un pesado, pero suele dar juego.
"En cuanto se tomó el tercer tercio, Juan ya estaba en modo escribano de birras, inventándose batallitas del curro y del after como si fueran épicas."