En el Cesar se dice cuando alguien anda acelerado, hiperactivo o pasado de emoción, como si tuviera un motorcito prendido por dentro. Puede ser por un concierto, un chisme, un trago o pura euforia. Vamos, que no te quedas quieto ni dos segundos y hablas hasta por los codos. Tiene su gracia, pero cansa.
"Mano, con ese chisme del barrio quedaste como ones, brincando de un lado pa’ otro y hablando sin respirar, ni te sentaste a comer."