Se dice cuando estás tan nervioso, asustado o cortado que te pones a temblar y no sabes ni dónde meterte. Vamos, que te quedas blandito y con el pulso a mil, como un flan en el plato. Se usa mucho antes de un broncón, un examen o cualquier marrón que te supera.
"Quillo, cuando me llamó el jefe al despacho pensé que me echaba y me quedé hecho un flan, sudando como un pollo."