Se dice cuando algo queda fatal, mal hecho o de plano arruinado, como si lo hubieran dejado para el perro. Aplica para trabajos chafas, planes que salen mal o cualquier cosa que termina peor que al inicio. Es bien norteña y suena a regaño con resignación. Y sí, duele porque suele ser por andar de terco.
"Quise pintarle el cuarto al morro y quedó pal' perro, todo chorreado. Mi jefa me vio y nomás dijo: ya mejor ni le muevas, compa."