Se usa para hablar de alguien con una mala suerte brutal, de esas que ya dan risa de lo exageradas que son. La idea es que todo le sale torcido, como si tuviera una maldición encima. Es muy chilena la cosa, con referencia al norte y al mar, y hay que admitir que la comparación es bastante creativa.
"El Nacho fue al casino con pura fe, pero si es más salado que un caldillo de iquiqueño. Volvió sin plata, sin celular y casi sin ganas de seguir viviendo en Antofa."