Se usa cuando alguien se inventa toda una historia científica o filosófica para justificar por qué se tragó todo lo que había de comida. En vez de decir simplemente que tenía hambre, arma una teoría digna de documental. Es muy útil para echarle cuento a la familia cuando uno se roba el último pedazo de comida, aunque nadie se lo crea.
"Mi primo llegó de la playa, abrió la nevera y aplicó su teoría del hambre, que si el sol, que si la sal, que si el metabolismo guajiro, y cuando reaccionamos ya se había bajado el sancocho del almuerzo de todos."