En Perú se usa como insulto para llamar “terrorista” a alguien, o para acusarlo de simpatizar con grupos subversivos. También se suelta a la ligera para descalificar a quien protesta o piensa distinto, así que carga un peso político bien fuerte. No es un apodo inocente, es una etiqueta que puede encender bronca rápido.
"En la marcha el pata gritó dos cosas y al toque le soltaron “terruco”, como si con eso ya lo dejaran sin voz y sin razón."