Se dice cuando alguien se manda un discurso eterno, puro chamuyo, y te tiene ahí clavado escuchando sin que llegue a nada. Es como “dale, cortala un toque” pero con humor, marcando que la charla es puro relleno. No es un insulto heavy, pero sí una forma de pinchar al que no suelta el micrófono.
"Andrés arrancó con el bla-bla argentino de la política y no cortó más, che. Para cuando aflojó, ya nos habíamos bajado dos empanadas cada uno y el mate estaba lavado."