Se usa para hablar de ese entusiasmo calentito y pegote que tienen las parejas cuando recién empiezan a pololear. Mucho abrazo, mucho beso, todo el día encima del otro, como si el mundo se fuera a acabar mañana. Es medio tierno, medio chistoso, y a veces da un poquito de vergüenza ajena, pero igual tiene su encanto.
"Oye, esos cabros andan con tanto calor de pololo que en la micro casi se sientan uno arriba del otro, el chofer ya no sabía si cobrarles dos pasajes o uno nomás."