No tiene nada que ver con anillos ni iglesia. En Corrientes se dice cuando alguien se fanatiza mal con algo y lo vuelve costumbre fija, casi como si firmara contrato de por vida. Puede ser con una comida, una salida, un vicio o cualquier actividad que ya no larga más. Y hay que admitir que la expresión tiene su encanto chamamecero.
"Desde que descubrió el chipá casero de la esquina, se casó en Corrientes con esa panadería y ya no compra un mísero pancito en otro lado, ni aunque le regalen factura."