Se dice cuando te da ese escalofrío raro, como cosquilleo o piel de gallina, que te recorre el cuerpo por un susto, una impresión fuerte o algo bien siniestro. Es el típico frío que te baja por la espalda cuando te cuentan una historia de miedo o ves algo que te deja helado. Y sí, se siente feíto.
"Ayer contaron la historia de la Llorona en la esquina y me dieron chiripioles, llegué a mi casa con la luz prendida y cero ganas de asomarme."