Se dice cuando alguien se pone a exagerar a lo bestia o a inventarse cosas con toda la cara, como si estuviera soltando un chorro de historias sin parar. Vamos, que adorna tanto el cuento que ya no sabes qué es verdad y qué es puro teatro. Muy de vacilar y de dejar al cuentista retratado.
"Mira al Juan, otra vez echando fuente: que si ayer levantó una vaca él solo y luego se fue tan pancho a tomar un blanco."