Se dice cuando alguien se queda mirando a lo lejos, al horizonte, como buscando inspiración o haciéndose el profundo. Muchas veces es puro postureo mental: pones cara de filósofo, pero en realidad estás en modo ahorro de energía, sin hacer ni el huevo. Queda muy manchego si lo sueltas con retranca y calma.
"Terminó el cocido, se plantó en la terraza y se puso a echar la vista al horizonte, muy serio, como si estuviera decidiendo el destino del pueblo."