Se dice cuando alguien se pone a cantar fatal de ritmo y afinación, pero con una entrega que ni en concierto. Suele salir en karaokes, rumbas o en la ducha, cuando te crees artista y en realidad estás haciendo sufrir a la humanidad. No es insulto serio, es vacile cariñoso. Y sí, da risa.
"En el karaoke de la rumba, Arturo se echó un camazón tan duro que el DJ bajó el volumen y el perro del vecino arrancó a aullar."