Se dice de alguien que no para de inventar cuentos y echar carreta, como si tuviera una línea de producción de historias. Cada rato sale con un “vallenato” nuevo, bien adornado y medio dudoso. Sirve para vacilarlo cuando exagera o mete mucha fantasía. En Cesar suena natural, y da risa porque es bien gráfico.
"Juan, dejá la fábrica de vallenatos: ayer dijiste que te llamó Diomedes y hoy que te ofrecieron cantar en la plaza. ¿Cuál es la verdadera, pues?"