Forma cariñosa y medio irónica de llamar a ese cuarto donde termina todo lo que no tiene lugar fijo en la casa. Ahí se mezclan bicis viejas, cajas misteriosas, apuntes del secundario y hasta recuerdos que dan un poco de vergüenza ajena. Es como el limbo de los trastos, pero uno le tiene cierto cariño igual.
"Che, si no aparece el inflador de la bici, fijate en la habitación de cacharros, seguro está escondido entre los apuntes del 2009 y la pelota pinchada del fulbito."