Se usa cuando alguien está reventado de tanto comer o beber, que ya no le cabe ni un maní. Es ese punto en el que el estómago está protestando, pero igual uno sigue picando por goloso. Muy de después de un sancocho, un asado o una parranda larga. Y hay que admitir que suena bastante graciosa.

"Parce, después de ese sancocho con yuca, chicharrón y tres cervezas, quedé lleno hasta los güiros, ni de vainas me entra un buñuelo más."

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