Se dice cuando algo te da mala espina, como que hay gato encerrado y no te lo terminás de creer. Vale para personas, planes, negocios o cualquier historia que viene demasiado linda para ser verdad. Es ese olorcito a chamuyo, a trampa o a verso. Y sí, suena graciosa, pero avisa en serio.
"Che, ese sorteo que te pide foto del DNI y la clave del home banking huele a pichichí, no seas gil y rajá de ahí."