Se usa para decir que algo huele raro, que tiene un tufillo sospechoso y no termina de cuadrar. Es como cuando ves un chanchullo, una oferta demasiado buena o un plan medio turbio y piensas que ahí hay gato encerrado. Vamos, que si algo huele a sardina, mejor andar con ojo, que luego vienen los sustos.

"Mira, eso de invertir todos los ahorros en la criptomoneda del cuñado me huele a sardina, yo ahí no meto ni un euro, que luego vienen los lloros."

¿Te gusta nuestro diccionario?

Además de rebuscar expresiones cañoneras, también contamos chistesitos.

Échale un ojo, si no te ríes en 10 segundos, te hacemos un descuento.

Tu cesta: 0,00 € (0 productos)
Imagen del producto

Tu Carrito de Magia

Tu carrito está vacío. ¡Adopta un Magikito!