En Boyacá, un pansito no es pan de la panadería, sino el amorcito, el crush, esa persona que lo tiene a uno embobado y suspirando todo el día. Es como decir mi cielo o mi bebé, pero con sabor boyacense. Suena tierno, medio cursi, y hay que admitir que tiene bastante encanto.
"Uy vea pues, Luz Dary se consiguió su pansito y ahora andan de la mano por la plazuela, tomándose selfies y dando más azúcar que la tienda de don Eusebio."