Se usa para el amigo maulino que, con varias piscolas encima, empieza a copiar todas las leseras del partner de carrete. Saltan, bailan y hacen las mismas tonteras al mismo tiempo, como si fueran un dúo coreografiado del alcohol. Es como ver un show en vivo, pero con más risa y menos dignidad, y hay que admitir que igual entretiene.
"Anoche el Nacho y el Fabián estaban tan sincronizapos que si uno gritaba ¡otra piscola!, el otro ya estaba sirviendo el vaso y bailando reggaetón arriba de la mesa."