Se dice cuando llevas un hambre brutal, de esas que te vuelven un poco fiera y te comerías hasta el mantel si te descuidas. No es solo tener apetito, es ir con el estómago rugiendo y con cara de pocos amigos. Vamos, que tu hambre asusta y cualquiera que te vea se aparta del plato.
"Después de subir por la sierra, llegamos a Logroño con un filo que espanta y arrasamos con las tapas, el bocata y hasta el postre que era para compartir."