En Santiago se usa a veces como apodo cariñoso para un cabro chico, como si fuera un perrito chico. Va perfecto cuando el niño anda tierno, inquieto o haciendo travesuras y te da risa más que rabia. No es lo más formal del mundo, pero suena cercano y bien de casa.
"Oye, mira al cachorrito de tu hermano, se arrancó pa'l patio y ya está arriba del árbol como si fuera Tarzán, el cabro chico."