Se dice cuando alguien se pone a rajar sin freno, a soltar todo el rollo como si estuviera hablando con un botijo que ni siente ni padece. Vale tanto para el que cotillea como para el que discute solo por gusto. Vamos, que tiene más ganas de charla que de respirar, y a veces da hasta risa verlo.

"Mira a Julián en la terraza del bar, lleva una hora dándole a la lengua con las movidas del pueblo, parece que le está cantando al botijo y ni el camarero le hace ya caso"

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