En Perú, chato puede ser un apodo para alguien bajito o de nariz chata, pero también se usa como vocativo bien de barrio para llamar a un pata, un conocido o hasta al vendedor de la esquina: Oe, chato. Suena cercano y confianzudo. Ojo con el tono, porque según cómo lo digas puede sonar medio burlón.
"Oe, chato, apura pues que ya empezó la pichanga y tú sigues peinándote como si fueras a tu matri."
Apodo cariñoso para alguien de baja estatura, usado entre amigos, familia o parejas con bastante confianza. Puede sonar a burla si viene de un desconocido, pero entre patas suele tener más de ternura que de maldad. En Perú es muy común, casi un clásico del barrio, y hay que admitir que tiene su gracia cuando se usa con buen tono.
"Oye, chato, pásame la jarra que está arriba, que tú sí alcanzas y yo parezco llavero al costado del estante."
En el sur de Chile decir que alguien está chato es que está aburrido, cansado o chasqueado con algo. No es cansancio físico, es más bien estar podrido de la situación, sin paciencia y con cero ganas de seguir aguantando. Es como un hasta aquí no más llego, muy usado cuando el clima o la vida se ponen lateros.
"Loco, llevo tres días sin ver el sol, el profe dejó pura tarea y más encima se cortó la luz, estoy pero chato de esta cuestión ya."