Se usa cuando alguien se queda paralizado, en blanco o todo torpe ante algo inesperado, como si se le apagara el cerebro de la pura sorpresa. Es muy de chisme de barrio chilango, cuando te balconean o te hacen una pregunta incómoda y tú nada más te quedas ahí, tieso, sin saber si reír, llorar o salir corriendo.
"Cuando la maestra me cachó copiando y me preguntó que qué hacía, yo nada más congelando la torta, viendo el pizarrón como si ahí estuviera la respuesta mágica."