Se dice cuando alguien la caga a lo grande y el daño queda ahí, como una marca que no se borra. No es una cicatriz literal, es el mal rato, la traición o el papelón que deja el ambiente raro y la confianza tocada. Aunque pidas perdón, ya quedó la huella. Y sí, suele doler más que un golpe.
"El bicho se puso a rajar del jefe en voz alta y era el jefe el que estaba detrás, dejó tremenda cicatriz en la oficina."