Forma súper carabobeña de decir que algo se rompió, se dañó feo o quedó hecho trizas, ya sea por un golpe, una caída o una borrachera épica. También se usa cuando uno mismo termina medio destruido después de la rumba. Es como cuando el cocuy sale del botellón y ya sabes que nada vuelve a la normalidad, y hay que admitir que suena brutal.

"La noche estaba tan buena que después del tercer trago de caña casi desplotillo el celular bailando reggaetón en la tarima, y menos mal que lo agarré en el aire porque ya me veía comprando otro a crédito."

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