Se usa cuando alguien empeora una situación que ya estaba delicada, como cuando le echas limón a una herida y arde más todavía. Es como decir que estás rematando el drama, hurgando en la llaga o calentando el ambiente cuando deberías callarte. Y la verdad, a veces da morbo pero casi siempre sale mal.
"Asere, ya la jeva está llorando por el ex y tú vienes a enseñarle las fotos de la boda nueva, ¿pa' qué le echas más limón a eso?"
Se usa cuando alguien le mete sabor a una historia medio aburrida, exagerando detalles o adornando el chisme para que se ponga más sabroso. Es como cuando al taco le falta algo y le echas limón para que reviva. No siempre es mentir, más bien es ponerle sazón, y la neta a veces se agradece.
"Güey, tú nomás fuiste a la tienda y regresaste, ya bájale, le estás echando tanto limón al chisme que parece película de narcos en Netflix."