Significa dormir un rato, normalmente después de comer, para recargar pilas y volver a la vida. En teoría es un cabezadita corta, pero en la práctica puede convertirse en una siesta de campeonato y adiós a la tarde. Es súper común en toda España, no solo en una región, y tiene su encanto.
"Dijo que iba a echar una siesta de diez minutos y, dos horas después, seguía roncando como si estuviera de guardia en el sofá."