En Piura se dice echarse un pozo cuando te metes en un chisme o conversa largaza, de esas bien profundas y jugosas donde se raja, se recuerda el pasado y se sueltan secretos. Es como tirarse de cabeza a un hueco de puro chisme sabroso, y la verdad es que a veces se disfruta más que un cevichito bien frío.
"Nos sentamos en la vereda con una gaseosa caliente y nos echamos un pozo sobre la vida amorosa del profe, tanto que cuando reaccionamos ya habían apagado hasta los postes de luz del barrio."
En Caracas se dice cuando te vas a pegar una siesta bien pesada, de esas que caes como piedra después de almorzar. No es una cabezadita de cinco minutos, es un descanso serio para recargar baterías y volver al mundo. Suena medio exagerado a propósito, y por eso tiene su gracia.
"Me metí dos arepas y un juguito, así que no me busquen, me voy a echar un pozo y vuelvo cuando reviva para la chamba."