Significa quedar con un guayabo brutal después de una farra pesada, cuando le diste duro al ron y al aguardiente y al otro día estás vuelto nada. Es esa mezcla de dolor de cabeza, sed eterna y arrepentimiento existencial. Básicamente, estás enguayabado y jurando que no vuelves a tomar, aunque todos sabemos que es mentira.
"Parce, la fiesta en la casa de la playa estuvo tan salvaje que hoy me levanté enguayabado, sin voz, sin plata y con el perro mirándome raro como si yo también ladrara."