En Tucumán se usa para cuando un fanático de los autos se embala mal y te mete una charla eterna sobre motores, escapes, neumáticos y fierros en general. Es ese monólogo fierrero que no termina más y vos ya no sabés cómo zafar. Y hay que admitir que a veces tiene su encanto, pero también te liquida.
"Boludo, me crucé al Pablo en la esquina y me clavó un fierrerazo tremendo, una hora hablando del escape directo del Gol y yo pensando en la birra que se me calentaba."