Se dice cuando alguien se manda un discurso larguísimo, lleno de datos y vueltas, como si te estuviera leyendo un libro entero. Puede ser una historia, una explicación o una regañina que no se acaba nunca. Suele usarse en tono de queja o burla, porque te deja agotado y con ganas de salir corriendo.
"Chamo, el profe se lanzó un lectorazo de dos horas sobre las culebras del llano y yo quedé más dormido que un perezoso en una hamaca."