Se dice cuando alguien suelta chistes o cuentos tan malos, tan forzados, que igual te termina sacando la risa, pero más por lo absurdo que por graciosos. Es como reírte a la brava, a presión, porque el man insiste y la situación ya da es pena ajena. Y sí, a veces funciona.
"El primo llegó con un chiste malísimo del burro y la suegra y yo dizque serio, pero el man siguió y siguió y terminé riéndome, qué vaina, me tocó meter catira."