Se usa cuando algo sale bien contra todo pronóstico, como si un santo te hubiera hecho el favor a última hora. Es muy moqueguano decir que algo quedó milagreado cuando estaba para el desastre y de la nada se arregla. Es como una mezcla de suerte, fe y maña, y hay que admitir que suena bien dramático.
"Pucha mare, el queque estaba hundido y todo chueco, pero lo milagreé con harto manjar y ahora todos creen que es receta gourmet."