En Margarita se usa para ese momento de bombillito que te cae tarde, cuando por fin te das cuenta de algo obvio después de darle mil vueltas. Suele venir con una risita, un suspiro de alivio o un Ay, vale, era eso. No es nada profundo, es más bien la típica caída en cuenta bien margariteña.
"Llevaba media hora buscando las llaves por toda la casa y de repente le dio la realización: las tenía en el bolsillo, qué vaina, chico."