Se dice del típico del pueblo que siempre está, hasta que toca arrimar el hombro. Cuando hay que echar una mano, desaparece como por arte de magia y luego vuelve tan pancho a opinar en el bar. Vamos, un escaqueado con boina que se hace el invisible justo en el momento clave.
"Íbamos a cargar los sacos y, macho, Juan es un paisano fantasma: en cuanto vio faena, se esfumó y luego apareció a la hora del vermú."