Se suelta cuando en casa se monta tal jaleo que parece que el caserío tranquilo de toda la vida se ha convertido en un manicomio. Gritos, risas, broncas, niños corriendo, la abuela mandando callar y el perro ladrando. Vamos, que el ambiente se desmadra bonito y la paz rural se va a paseo, aunque tenga su gracia.
"Entre los primos jugando al fútbol en el pasillo, el aitite roncando en el sofá y la ama gritando por la cena, habéis vuelto el caserío manicomio, ¡parece fiesta de pueblo!"