En Apurímac se usa para decir que alguien se está echando a perder por amor, que se ha puesto medio aguado y flojo por estar demasiado enamorado. Es ese pata que antes era pilas y ahora solo suspira y se olvida de todo por la flaca. Da un poco de risa, pero también pena ajena, la verdad.
"Desde que el Chato se achancó por la flaca del barrio, ya no baja al fulbito, llega tarde a la chamba y solo vive pegado al WhatsApp mandando stickers cursis."