Apodo en plan carrilla, medio cariñoso y medio pasado, para alguien con las orejas grandes o muy salidas. La idea es que parecen aletas de pescado abiertas, bien desplegadas. Se usa entre compas y en confianza, porque si lo sueltas con alguien que no aguanta vara, se arma el drama. Tiene su maldad, pero da risa.
"Ya llegó el ala de pescado, ese vato oye el chisme desde la esquina. No te agüites, compa, mejor ponte la gorra y vámonos por unas tortas."