Se usa cuando alguien se hace el santo, pone cara de angelito y finge que no rompe un plato, pero todos sabemos que es más pícaro que el diablo en carnaval. Es ese momento en que te querés hacer el bueno para zafar de un reto o de una cagada. Y hay que admitir que a veces sale bastante convincente.
"No te me angeleés, Juancito, si te vimos con la linterna choreando empanadas frías de la heladera a las tres de la mañana, bandido."