En La Rioja se usa como apodo medio cariñoso para el que va siempre en su mundo, despistado y con la cabeza en las nubes. No es un insulto gordo, más bien una pullita con cariño cuando alguien se queda colgado y no se entera de la película. Vamos, el típico que pierde el hilo a la mínima.
"Pero bueno, Carlos, ¿otra vez? Te he dicho tres veces lo de los deberes y tú ahí, mirando al infinito como un azulillo, como si estuvieras esperando una señal del universo."