Se dice cuando alguien está tan borracho que ya no coordina ni la mirada, como si se hubiera quedado ciego de tanto trago. Va más allá de estar alegre, es irse al carajo: tambaleas, hablas cualquier cosa y te da por seguir tomando aunque ya te estén barriendo el piso del boliche. Bien de cantina y de resaca épica.
"Anoche el Luis terminó ciego de trancazo y se puso a abrazar los faroles, jurando que eran sus panas y que lo iban a llevar a su casa."