En Nariño se usa para hablar de ese miedo suave mezclado con risa nerviosa, como cuando te asustas pero tampoco es para desmayarse. Es más como un sustico que te pone tenso pero te hace reír al mismo tiempo. No es terror, es culillo, y la verdad es que la palabra suena tan chistosa como lo que describe.
"Íbamos bajando por esa calle toda sola y oscura, salió un gato de la nada y casi me muero, pero ya luego solo me dio culillo y me puse a reír como bobo."
En Zulia se usa para decir que te dio miedo, nervios o un sustico antes de hacer algo. Es como admitir que te faltó valor en el último segundo, pero dicho en plan vacilón. Vale para planes, retos o cualquier situación que te impone respeto. Suena medio infantil, pero pega y da risa.
"Yo juraba que iba a tirarme del trampolín, pero me dio culillo y me quedé pegado en la orilla, comiéndome unos patacones como si nada."
En la Costa Caribe se usa para hablar de ese miedo sabroso que te entra justo antes de hacer algo arriesgado, como un sustico en la barriga que te frena. No es terror extremo, es más bien nervios mezclados con respeto por lo que vas a hacer. Y la verdad, a veces ese culillo te salva de hacer locuras muy brutas.
"Mano, yo iba a meter la moto por esa trocha llena de barro, pero me dio un culillo verraco y mejor me fui suave por la carretera vieja."
En Córdoba se dice culillo para hablar de un rinconcito escondido y apañado donde te metes a estar a tu bola, lejos del jaleo. Puede ser la mesa del fondo del bar, un recoveco en una plaza o cualquier sitio donde nadie te dé la brasa. Suena tierno, pero también tiene puntito de pillo.
"Hoy estoy hasta arriba, me voy al culillo del bar de la esquina, me pido una caña y que el mundo ruede sin mí un rato."