Se usa para describir a alguien que viene pasado de tragos, alegre a lo loco y con la lengua suelta, típico después de una buena parranda con cocuy o ron barato. No es solo estar borracho, es andar contento, escandaloso y medio desubicado. Y hay que admitir que a veces esas emparrandadas dejan historias épicas.
"Anoche llegó el vecino tan emparrandado que se puso a cantar gaitas a grito herido y a invitar hasta al perro del barrio a seguir la rumba en el porche."