Se usa para decir que alguien es bien manejable, que se deja convencer de volada y casi nunca se planta firme. Es como decir que la persona es blandita, igual que el chayote cocido, y que cualquiera la puede traer de un lado a otro. No es el insulto más pesado del mundo, pero sí trae su buena carrilla oaxaqueña.
"Ya ves a Luis, primero decía que no iba a ir a la fiesta y ahora hasta compró chelas, ese vato es un chayote bien sazonado."