Se dice cuando alguien o algo está hecho polvo: desaliñado, medio roto o en un estado lamentable, como si hubiera pasado una apisonadora. Vale para una persona tras una mala noche, o para un objeto que ya no da más de sí. Suena muy riojano y bastante gráfico, la verdad.
"Salió el viernes diciendo que iba a tomar una y volvió el domingo con la camisa rota y la cara de sueño: estaba hecho un zarrio, ni para misa."